Aún me persigue el aroma de los rosales pero las espinas ya no consiguen que supuren mis heridas. Te has ido y quisiera vengar el dolor que me causó la estaca que me clavaste, que mi corazón atraviesa y que si la arranco me mata, pero es que ya no me dueles. Y la venganza me cansa. Ahora que el amor de nuevo se esconde en el laberinto del bosque de tu pecho enfebrecido, no me llores, no me pidas que de nuevo te tome de la mano para ir a ningún sitio. No quedan parques, ni calles para encontrarte. Y si regresas que sea para celebrar el olvido y no atravieses jamás la puerta del armario en el que se esconde tu nombre. Si regresas, que sea para quedarte. Si no, no te conozco. Tal vez aún somos nadie y no nos hemos encontrado. Aunque mi corazón no sangre y tuyo se alimente de la soledad que me remonta a ningún sitio mientras los paja ros trinan y el lobo feroz aulla en el silencio de la tarde, estoy celebrando el des(a)tino de tu ausencia, el retorno de ti que me encarcela. Baila conmigo.
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