Esa mujer del escaparate me volvía loco. Me miraba desafiante, me desataba pasiones cada vez que pasaba por la acera. Esa mujer estaba en venta y no pude resistirme. Por una vez me voy a conceder ese capricho me dije. Entré y la compré por 265€, peluca incluida.
Salí de la tienda de maniquíes con mariposas en el estómago, la polla tiesa y mi amor bajo el brazo envuelto en plástico de burbujas. Una vez en casa le arranqué el envoltorio mientras al mismo tiempo me iba quitando los pantalones. Le apoyé la polla en el culo rodeándola dulcemente con las manos, una en la cintura y la otra en el coño, mientras le decía al oído lo que le iba a pasar por ser tan mala y tan puta. La recosté en el sofá y por mas que le restregaba la polla por la cara y entre las tetas no se me empinaba.
- Nunca debí comprarte – le dije- Y ella me miraba sin pestañear.
Sentí ganas de abofetearla pero yo no soy de los que pegan a mujeres. Así que la puse en la terraza imaginándome que de nuevo me encontraba ante el escaparate, para ver si podía regresar el amor que sentía por ella. Me masturbe meneándome la polla tras los cristales hasta conseguir el más insípido de los orgasmos de mi vida.
Decepcionado cerré las cortinas llorando como un niño al que se le ha roto su juguete favorito.
A la mañana siguiente, la volví a envolver en las burbujas y fui a la tienda para que me devolvieran el dinero. El empleado me dijo que no se admitían devoluciones inmotivadas y además yo no tenía el tiquet de la compra.
Así que me la volví a llevar a rastras, tirándole de un brazo. Cuando llegue a casa con un serrucho la descuarticé y metí los pedazos dentro de una maleta vieja y esta envuelta en las burbujas dentro de una caja precintada. La llevé a Correos y la envié a un destinatario desconocido de Lisboa. (Aunque la cosa me salió por un buen pico al fin he conseguido realizar otro de mis sueños).
Al pasar de nuevo por delante de la tienda y ver el nuevo maniquí que había en el escaparate casi me muero de rabia. Una pelirroja de deslumbrantes ojos verdes me miraba y en el instante mi polla tuvo una erección tan fuerte que me tuve que meter en el portal de al lado para hacerme una paja por que a esas horas la calle estaba llena.
Este sí fue sin duda el mejor orgasmo de mi vida. Antes de irme me planté delante de la maniquí pelirroja.
-Volveré, puta – le dije.